San Carlos refrescó las vitrinas de los triunfadores
Gaetano Pandolfo [email protected] | Viernes 17 mayo, 2019
Saprissa estaba obligado, mínimo, a meter un gol para darle a la final otro libreto.
La misión de San Carlos, en principio, consistía en evitar que el Saprissa lo anotara. Todo lo demás era secundario.
Entonces, Luis Antonio Marín, técnico sancarleño, planificó un partido que, sin meter el bus en su marco, le permitiera alejar de los predios del portero Marco Madrigal, al equipo más goleador del campeonato.
La primera orden táctica a sus discípulos fue evitar que el rival ejecutara tiros de esquina y tiros libres cerca del área.
La segunda, que le dio la corona, fue cortarle el juego al Saprissa apenas la medular morada invadiera territorio norteño. Solo en el primer tiempo, San Carlos cometió 15 faltas. La mayoría fueron lejos del área de candela y, como consecuencia de esta marca agresiva de jugadores como Leal, Acosta, Dawson, Sánchez y Córdoba, el equipo de Walter Centeno solo tuvo espacio para un remate a marco directo en toda la etapa.
Imposible lograr goles si no se remata a marco y también, casi imposible, poder rematar a marco cuando no te regalan metro de zacate para el disparo.
San Carlos planificó y logró hacer su partido, Saprissa no.
Desde el primero hasta el último minuto, ese 0-0 que le daba el título a los anfitriones se fue haciendo gigante, y solo entre los minutos 58 y 66, se notó a Saprissa presionando, pues buscó flancos de ataque y remató de largo. Además, reaccionó rápido el estratega Luis Marín para meter llavines de cierre en la ferretería de su retaguardia. Entraron Christian Martínez y Claudio Reyes a instalar candados en el portón, lo que fue apagando la llama del Monstruo, un rival que no pudo en todo el partido incomodar al nuevo campeón.
Lo que se presumía como un juego ardorosamente disputado, con un Saprissa agresivo y volcado al ataque en procura de las anotaciones, se convirtió en una contienda aburrida, cortada, con un par de porteros en vacaciones, confrontación dramática porque estaba en juego el título, pero jamás por la calidad de fútbol expuesto.
Tácticamente, San Carlos dominó el partido a gusto y antojo, y Saprissa no tuvo armas para incomodarlo.
El gol que Marco Mena había anotado se hizo, pues volcó la contienda a favor de los Toros, nuevos y justos monarcas del fútbol nacional.
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