Reflexiones: De la usura, los usureros y su regulación, parte 1.
Leiner Vargas [email protected] | Miércoles 20 noviembre, 2019
A partir del hecho de que el país se encuentra en una desaceleración fuerte en materia económica y que los esfuerzos del gobierno por reactivar la economía, al menos desde el punto de vista de la demanda interna, han sido poco efectivos, se ha planteado el tema del endeudamiento de las familias y las empresas, como un problema serio que debilita las posibilidades de consumo e inversión, vitales para que se reactive la economía nacional. Datos del INEC dan como resultado que un importante número de familias se encuentran endeudadas y que el pago de intereses representa cerca del 60 % del total del gasto. La estrecha situación del mercado hace que mucho crédito termine en la especulación, dejando poco o casi nada para el crédito productivo, afectando claro a las empresas y sus proyectos de inversión. Nos preguntamos entonces, ¿será que los bancos, comercios y servicios financieros informales le están cobrando tasas de interés abusivas, exageradamente altas, usureras a los consumidores del crédito en el mercado costarricense?, será entonces necesario contestar a las siguientes preguntas, ¿Qué es la usura?, ¿Por qué existe?, ¿Qué consecuencias tiene sobre las familias y las empresas?, ¿Quiénes son los usureros?, ¿Dónde están jugando? y ¿a cuenta de quién viven? Empero, también resulta relevante preguntarnos, ¿por qué teniendo una estructura regulatoria amplia y cara, entre Banco Central y Superintendencias Financieras, no se ha puesto coto al negocio ilícito de estos intermediarios financieros? Tendrán entonces razón o no los diputados y actores sociales que han planteado la necesidad de tener una ley de usura y regular la tasa de interés máxima o tope a la que se puede prestar dinero en el país.
Dado el tamaño del tema y para evitarles que pierdan el hilo conductor de la historia, dedicaré esta primera parte de mi artículo a las preguntas 5 preguntas, dejando la discusión de regulación, sus alternativas y efectos para mi segundo artículo, la semana entrante.
¿Qué es la usura?
Según la definición literal se trata de “una práctica financiera de cobrar un interés demasiado alto por un préstamo”, de igual forma, podemos referirnos a la usura como contrato, así lo define la Ley de la Represión de la Usura española del 23 de junio de 1908, conocida como Ley Azcárate, que declara nulo “todo contrato de préstamos en el que se estipule un interés desproporcionado con las circunstancias del cao”. Se trata entonces de cobrar un precio o tasa de interés, por un bien o servicio, en este caso un préstamo, que sobrepasa los límites de su costo y tasa de rentabilidad razonable asociados.
Existen muchos elementos que debemos considerar, además de la misma tasa de interés, que se cobra por adelantado al monto prestado, a diferencia del salario, que se recibe después de haber realizado la actividad. Adicionalmente a las comisiones de crédito, gastos administrativos, hipotecas, garantías de codeudores y hasta timbres y gastos de abogados, financiados por quién comprará el bien en cuestión, en este caso, el préstamo o crédito.
Así las cosas, el consumidor financiero en el caso de un crédito se ve forzado a pagar algunas veces hasta un 5% del total de este sin recibirlo, para poder tener los recursos. Ni que decir prácticas oligopólicas como forzarte a tener el crédito por 1, 2 y hasta 5 años antes de poder devolver el dinero con castigos abusivos y a todas luces poco legítimos. Las tarjetas de crédito, que son casi imposibles de devolver, con trámites exagerados y llenos de desinformación al consumidor, cuando debería ser lo contrario. Lo malo de todo esto es que hasta a los supervisores del sistema financiero, mismos que reciben salarios muy por encima de la media pública, dejan pasar estos elefantes en el sistema financiero y cuando terminan su función, se rasgan las vestiduras ante quienes, de manera correcta, cuestionan las tasas de usura y pretenden regular el tema. Algo que parece natural para los costarricenses y por supuesto tiene mucho eco entre banqueros y consultores bancarios habidos por tener una excusa para seguir a la libre. Empero, no tiene porqué ser así, si contemplamos que los bancos, financieras, prestamistas y comercios cobran en sus tasas de interés esos y otros riesgos involucrados en el crédito, luego se dan el lujo de cobrarlos en forma discrecional en las tasas de interés diferenciadas a sus clientes.
¿Por qué existe la usura?
Se trata simplemente de una falla del mercado financiero, uno de los más imperfectos mercados en la historia humana. Fallas de información, poder oligopólico de los oferentes y para el caso de institucionalidades regulatorias débiles, la captura regulatoria. Todos estos temas están tipificados en la literatura y por eso, no hemos de extrañar que en casi todo el mundo occidental se ha optado por la regulación de la usura, como una forma de evitar el abuso del poder de mercado de Bancos y Financieras formales y para poner coto a los cobros judiciales en el tema informal. Sin embargo, con el desarrollo de productos nuevos y la creciente informalización de los servicios financieros, las leyes de usura se han quedado cortas, dado que se agregan los comerciantes que venden a plazo y un sin número de actores no regulados, muchos de ellos operando en el mercado informal del crédito, a estos últimos se les conoce en el argot popular como, “garroteras”.
Si bien la ética y la religión han sido muy crueles con los usureros, la verdad es que la economía ha estudiado el tema desde la perspectiva de los mercados, por lo que trataré de evitar a toda costa los juicios de valor tan comunes en quienes han expresado sus ideas en este tema. Los mercados que funcionan imperfectamente requieren amplia regulación y en economías pequeñas con debilidad institucional, si los reguladores caen capturados, es necesariamente el soberano, es decir, el pueblo a través de la Asamblea Legislativa y sus representantes, quién debe poner coto a esta captura. Es comprensible que le duela a los banqueros y comerciantes este tipo de regulación y que salgan con rabietas, lo que es extraño es que reguladores serios y competentes se pongan del lado de los banqueros, esto es básicamente resultado de la captura regulatoria, que está ampliamente documentada en la literatura internacional. Pero de este tema hablaremos en la segunda parte de este artículo.
¿Qué consecuencias tiene sobre las familias y las empresas?
La usura impacta directamente el patrimonio de las familias y afecta la asignación de crédito total, favoreciendo la especulación y reduciendo la proporción del crédito al sector productivo. Con el tiempo, la usura se apodera de otros segmentos de crédito más allá del crédito personal y comercial, dado que los banqueros, financieras y hasta cooperativas, empiezan a mirar normal el prestar a tasas que superan hasta tres veces el costo del dinero. Está documentado en la literatura que cuando las familias tienen niveles altos de deuda producto de tasas irracionales de crédito, se cae en quiebra o se deben restringir de manera sustantiva otros gastos en salud, educación y alimentación, lo que ponen en peligro ya no sólo la calidad de vida del presente, sino que el patrimonio y las condiciones de vida de las siguientes generaciones.
Se ha intentado decir que el problema de la usura es de quienes piden prestado, dejando de lado el interés público y la responsabilidad de quién presta. En este caso, muchas de las ofertas leoninas de tarjetas, créditos personales y ahora en moda, compras de bienes y servicios a crédito sin control, se realizan con escaza información al consumidor y con contratos que afectan la paz social del país. El problema es que luego de caer en la trampa formal, al pasar al cobro administrativo después de los 180 días de ley por atraso, las garroteras y extorsiones al ciudadano se multiplican. Hoy tenemos casi un millón de compatriotas en los juzgados y las pérdidas, tanto del costo de la justicia, como los efectos colaterales en patrimonio y desajuste personal y familiar son muy altas. Hoy, le duela a quién le duela, tenemos un problema serio que enfrentar llamado usura.
Del lado de las empresas, más allá de los reportes de crédito por Banca de Desarrollo, los bancos públicos y privados han dejado de ser instituciones de desarrollo y se han convertido en especuladores financieros al más alto nivel. Si bien los privados son autónomos en sus decisiones, al menos a los bancos públicos y al Banco Popular, debería de ponerse en cintura, dado que de seguir las prácticas financieras tal y como están, tendremos muy pronto una crisis sistémica en el país. Ni que decir de los inconvenientes que tiene todo lo anterior para con la reactivación económica, algo que preocupa a “tirios y troyanos”, pero no ha ocupado a los reguladores financieros, por lo menos hasta el recientemente salido, que miran como normal todas estas prácticas y se quedaron callados, disfrutando de sus jugosos salarios y prestaciones, dejando pasar semejantes elefantes en el sistema financiero.
¿Quiénes son los usureros? ¿Dónde están jugando? y ¿a cuenta de quién viven?
Si bien existe una estructura de costos del dinero y cada servicio financiero puede llevar diferencias según su cartera de riesgo y sus costos administrativos, no parece racional pensar que un banco o financiera regulada pueda exceder en 300 % el costo del dinero que recibe al hacer sus créditos. Es decir, los montos cobrados por encima de una tasa racional media de crédito y las rentabilidades de su negocio asociados parecen ser sin lugar a dudas una muestra evidente que se pasado de ser un banquero para convertirse en un usurero. Se ha intentado todo tipo de truco para definir los montos porcentuales del crédito usurero, si bien es cierto, las diferencias entre sistemas financieros pueden explicar alguna variabilidad de tasas, sería iluso pensar que con tasas de costo efectivas similares, la usura deba de definirse por encima de 8 veces la desviación estándar del mercado.
Dicho lo anterior, los valores para establecer el límite entre un crédito ordinario y la usura deberán estar entre un 25 y un 35% según los tipos de servicio o productos financieros. Debemos dejar aparte los créditos de vivienda que tienen otra estructura de costos y claro, los créditos productivos, que son esencialmente definidos por riesgos distintos, sobre todo cuando se trata de la agricultura o los emprendedores. Las metodologías estudiadas en la literatura son convergentes a una distribución tipo Poison con márgenes que llevan dos o máximo tres desviaciones estándares de la media. Para actores no regulados las tasas de usura serán aún inferiores, dado que no se pagan los costos asociados con la gestión formal del crédito y tampoco los encajes y regulaciones existentes. Es decir, fijar un límite al sector global es la mejor forma de apretar ambos segmentos financieros, el formal y el informal, de forma que se corrija judicialmente los términos en que se puede o no cobrar tasas de interés.
Hoy en Costa Rica los usureros están tanto en el mercado formal de crédito regulado por la SUGEF, como y sobre todo, en el mercado informal y comercial, dónde la debilidad de no existir una definición clara de la tasa de usura limita a los juzgados a corregir los préstamos con intereses leoninos o las prácticas oligopólicas de cobranza que tenemos. Para los ciudadanos, una vez que se ha caído en desgracia crediticia en lo formal con bancos, financieras, cooperativas y hasta asociaciones solidaristas, la garrotera de la informalidad termina por arruinarlos. Se pierde el carro, la casa, los bienes y en algunos casos, se llega hasta las más altas consecuencias personales, perdiendo la familia y la dignidad. Dejo el tema hasta acá para referirme la próxima semana al hecho de ¿por qué no se ha regulado? y ¿qué alternativas de regulación tenemos para corregir este problema?
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