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COLUMNISTAS


Más impuestos, más pobreza

Thomas Alvarado [email protected] | Jueves 17 septiembre, 2020


A pesar de las promesas anteriores del gobierno, ya está hablando de subirnos a todos los impuestos. Lo peor del caso, es que está proponiendo subir los impuestos a las empresas (se habla de subirlo de un 30% a un 36%). Comparémoslo por ejemplo al impuesto corporativo en EE.UU. que hoy es del 21%.

Con esos impuestos no solo no vamos a atraer poca inversión extranjera – sino que más bien es posible que perdamos una parte relevante de la que tenemos. Conceptualmente, es una iniciativa que va completamente en la dirección equivocada.

En este momento, lo que menos se necesita es gravar al sector productivo que es el que genera riqueza y buena parte del empleo nacional. Necesitamos incentivar la economía – y mayores impuestos claramente no son el camino.

Además, se habla de subir el impuesto al salario. También una medida nefasta que lo que hace es empobrecer y desincentivar el gasto de las personas, cosa que también termina afectando a las empresas en un ciclo de empobrecimiento general.

En todo caso, si se quiere se podrían incluir nuevos tramos en la parte superior con tasas más altas – afectando así a las personas con mayores ingresos – pero no subirle la carga tributaria a una gran mayoría de trabajadores que ya se encuentran en situaciones complicadas.

En ese sentido, también se habla de subir el impuesto sobre las propiedades. Esto tiende a ser sumamente perjudicial para las personas, que muchas veces compraron propiedades hace muchos años a precios de otro momento o heredaron propiedades y para los cuales pagar los impuestos se hace muy oneroso.

Por otro lado, se habla de un impuesto al “débito bancario”, que básicamente no es más que ponerle un impuesto a todo el movimiento de dinero en el sector formal. Esto al final encarece toda la cadena de valor que esté bancarizada – otro desincentivo para la economía. También tiene un efecto adverso relevante, ya que empuja a las personas y empresas a moverse al efectivo, lo que es un franco deterioro a los esfuerzos de bancarización del país. Esto, además, tiende a favorecer al sector informal y desincentiva el ahorro.

Todas estas medidas son un contrasentido, ya que el resultado que podemos esperar es que promueva una contracción de la economía, lo que al final del día podría hacer que la recaudación tributaria aumente muy poco, con un costo económico y social muy relevante; resultando en un verdadero empobrecimiento de la población en general y posiblemente con poco beneficio fiscal lo que la final del día nos puede dejar en un hueco fiscal más hondo. ¿Y, todo esto por qué? Bueno, porque el gobierno no toma la medida que debería, que es la reducción del gasto público.

En lugar de estos aumentos en impuestos, el gobierno debería concentrarse en reducir el gasto público a través del cierre de instituciones innecesarias y racionalización de su gasto – algo que parece estar en un relativo olvido (iniciativas presentadas pero que no avanzan).

También se debería estar empujando la venta parcial o total de las instituciones del estado que operan en los ámbitos privados (ej.: FANAL, bancos, seguros); cosa que se podría hacer eficientemente a través de los mercados de valores. No hace falta que el estado pierda el control, pero que venda un 30-40% de estas instituciones. Los montos recaudados por estas ventas para aplicarse a bajar la deuda pública (nunca sufragar gastos).

Por el lado de recaudación fiscal, una iniciativa importante es el ser más eficiente en la recaudación de los impuestos que ya existen. La administración tributaria debe ser fortalecida para que pueda perseguir a los evasores y logre ser eficiente en la recaudación. Finalmente, me parece que la única iniciativa que podría ser rescatable es movernos hacia una renta global – siendo esta adonde una persona paga renta sobre toda la canasta de sus ingresos.

En ese sentido, pareciera que gravar a una persona sobre todos sus ingresos es algo justo, si se mantienen tasas tributarias razonables. Esto tiene la ventaja de que grava la riqueza personal – pero no productiva. Es decir, no grava la generación de riqueza cuando está siendo reinvertida o generando empleo, si no una vez que es distribuida a la persona física para su uso personal, en conjunto con todos los otros ingresos que pudiera tener.

Por ejemplo, una persona física que recibe en tercios, salario (digamos tasado al 25%), varias dietas (tasadas al 15%), rentas sobre inversiones, ganancias de capital y dividendos (tasadas al 15%); que en promedio tal vez pagaría alrededor del 18,33% sobre sus ingresos totales en impuestos, bajo esta modalidad pagaría al menos 25% por todo – si no es que se va a una tasa marginal más alta (que si se podría añadir).

Entendiendo la presión que nos puedan poner los organismos multilaterales, tenemos que ser inteligentes en nuestro manejo de la crisis en que estamos. Primero, aceptando que la raíz principal de nuestro problema es el gasto público – gastamos más de lo que recaudamos y eso tiene que cambiar ya, y segundo que las medidas que tomemos no pueden desincentivar la economía, porque en el mediano y largo plazo es peor la medicina que el remedio.

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