Simios somos todos
Silvia Castro [email protected] | Lunes 30 noviembre, 2015

El debate se resolvió hace décadas y el nivel de desinformación de la gente es preocupante. Gústeles o no, somos simios
Simios somos todos
Las características físicas y conductuales de los seres humanos evolucionaron durante aproximadamente 6 millones de años. Nuestra capacidad de caminar en dos pies evolucionó hace como 4 millones de años, pero el tamaño y la capacidad del cerebro, la aptitud para diseñar y utilizar herramientas, el lenguaje, el uso de la expresión simbólica, el arte y la diversidad cultural, surgieron más recientemente, en los últimos 100 mil años.
Los fósiles de los primeros humanos, unas 15 a 20 especies diferentes, vienen enteramente de África. Migraron hace unos 2 millones a Asia y unos 1,5 millones de años, a Europa.
Las personas que primero llegaron a América lo hicieron hace 30 mil años y a Australia, hace 60 mil años. Para ubicar las primeras civilizaciones en relación con el resto de la historia humana, recordemos que la fecha estimada de terminación de la construcción de la Gran Pirámide de Guiza, la más antigua de las siete maravillas del mundo, fue alrededor de 2.570 antes de Cristo.
De hecho, en la filogenética, la rama de la biología evolutiva que estudia la filogenia, se ha determinado que los humanos pertenecemos a la misma clase monofilética de los chimpancés, gorilas, orangutanes y simios menores, porque todos evolucionamos a partir de una población ancestral común.
Los seres humanos se clasifican en el subgrupo de primates llamados “grandes simios”. Todos pertenecemos a la familia biológica hominidae.
Compartimos algunos rasgos notables, como manos prensiles y extremidades delanteras con funciones especializadas, agudeza visual y del gusto, agilidad física, número reducido de crías por parto, un desarrollo notable del cerebro y complejidad en la vida social.
Nos diferenciamos en que los seres humanos tenemos un encéfalo más desarrollado, lo que nos permite, entre otras cosas, recordar, planificar, tomar decisiones, comunicarnos y colaborar para sobrevivir.
La neotenia, una mutación genética que nos permitió un periodo de desarrollo postnatal más largo, permitió a nuestro cuerpo dedicar más tiempo a desarrollar el encéfalo más desarrollado de todas las especies, y con él, todas sus útiles consecuencias: lenguaje, mayor capacidad de gestión social y mayor variabilidad de comportamientos.
El humano se distingue del chimpancé precisamente por sus rasgos de neotenia, porque nos permite seguir aprendiendo y adquiriendo nuevos hábitos durante toda o casi toda nuestra vida.
Debido a los prologados procesos de dependencia de los jóvenes, las mujeres se encontraron perpetuamente confinadas al hogar al cuido de sus hijos, mientras que los hombres iban de caza.
Para beneficiar los periodos de larga crianza y atención de los hijos y además aumentar la cooperación entre los hombres en las labores de caza, se desarrollaron las relaciones monógamas, de amor y lealtad, entre la mujer y el hombre.
El debate se resolvió hace décadas y el nivel de desinformación de la gente es preocupante. Gústeles o no, somos simios.
Silvia Castro
Rectora de Ulacit
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