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Lunes, 16 de diciembre de 2024



FORO DE LECTORES


¿Por una nueva República Federal como propone Nayib Bukele?

Vladimir de la Cruz [email protected] | Miércoles 21 septiembre, 2022


VC


Durante el período colonial impuesto por España, como parte de su dominación, el territorio continental, a medida que España lo fue conociendo, para una mejor dominación de tierras y hombres, lo dividió administrativamente en Virreinatos, siendo el Virreinato de Nueva España el más grande. Su asiento político estaba en México.

Igual sucedió con los Virreinatos. Al irlos conociendo para su mejor dominación también los dividieron en distintas regiones, a cargo cada una de ellas con autoridades políticas, religiosas, militares, judiciales, tributarias. De esa forma se creó la Capitanía General de Guatemala, también llamada Reino de Guatemala, y al final de la dominación colonial, desde 1812 hasta 1820, esta región se dividió en las Diputaciones de Guatemala y de León de Nicaragua, perteneciendo Costa Rica a ambas, motivo por el cual nos llegaron las Actas de Independencia de Guatemala y de León. En esta Capitanía se comprendían los territorios de Chiapas, Guatemala, El Salvador, Nicaragua, el Partido de Nicoya y Costa Rica.

De ellos Chiapas estuvo no solo más alejado, al norte de Guatemala y al sur de México, sino más alejado del resto de los países centroamericanos en sus vínculos históricos y culturales. Al haberse independizado la Provincia de Chiapas el 8 de setiembre de 1821, separándose de Guatemala, anexándose inmediatamente al imperio de Agustín de Iturbide, de México, impulsó la fragmentación de la Capitanía General, con la Declaración de Independencia de Guatemala el 15 de setiembre de 1821.

Desde entonces, Chiapas se integró a México plenamente y el resto de los países centroamericanos siguieron su propio camino buscando mantener la unidad política que se había tenido hasta 1821, pero como naciones independientes.

Así se desarrolló el proyecto de las Provincias Unidas del Centro de América, entre el 1 de julio de 1823 y el 22 de noviembre de 1824, y luego el de la República Federal de Centroamérica desde el 22 de noviembre de 1824 hasta el 19 noviembre de 1839 cuando Nicaragua, Honduras y Costa Rica ya se habían separado. Costa Rica lo hizo el 14 de noviembre de 1838, finalizando la Federación de hecho en 1840. Durante su existencia ejercieron como Presidentes, Manuel José Arce, 1825-1829, José Francisco Barrundia, 1830-1834, Francisco Morazán, 1834-1835, Gregorio Salazar, 1835-1839, de nuevo Francisco Morazán, 1839-1840 y Diego Vigil, 1839-1840.

Francisco Morazán, desde Costa Rica, ejerciendo como Jefe de Estado durante unos meses, en 1842, intentó revitalizar sin éxito la Federación.

Con la presencia de William Walker en Nicaragua, en 1855, y con la Guerra Nacional centroamericana, en 1856 y 1857, se impidió el proyecto anexionista e integracionista de los países centroamericanos, ya independientes, a los Estados sureños de los Estados Unidos como pretendía Walker.

De iniciativa propia, durante el siglo XIX, los países centroamericanos intentaron, no pocas veces, restablecer la unidad política que había existido. Desde 1842 hasta 1897 se realizaron e impulsaron 18 intentos, con realización de Conferencias, Dietas, impulsando Proyectos e Iniciativas, realizando tres Congresos Centroamericanos y un Tratado de Unión Centroamericano. De todas esas iniciativas Costa Rica participó de muy pocas, y sin mayor interés, aunque de algunas de ellas se produjeron tratados integracionistas.

Lo que giraba alrededor de todos esos esfuerzos fue crear la Confederación de Centroamérica, la República de Centroamérica, crear una Dieta con representación de dos personas por país, promover la Unidad centroamericana, suscribir Convenciones, un Pacto de Unión Provisional para instalar un gobierno centroamericano, en 1890, que no se llegó a instalar por darse una guerra entre El Salvador y Guatemala.

En 1885 el Presidente de Guatemala, Justo Rufino Barrios, decidió restablecer la Unión Centroamericana por la fuerza, declarando que asumía militarmente el mando, lo que obligó a Costa Rica a prepararse para la guerra, llegando a comprarse un buque de guerra y estableciendo, para ese efecto, el Almirantazgo de Marina. El Presidente Barrios fue rechazado por Costa Rica, Nicaragua y El Salvador, muriendo Barrios en la Batalla de Chalchuapa, el 2 de abril de 1885, en El Salvador, fracasando su proyecto.

En 1895 se intentó crear la República Mayor de Centroamérica, la que cambió de nombre en 1898 por Estados Unidos de Centroamérica, y en 1897 se intentó de nuevo constituir la República Mayor de Centroamérica con un Tratado de Unión Centroamericana que no fue ratificado.

De esta forma se mantuvo durante el siglo XIX, especialmente, un intento de reunir unitariamente a los países centroamericanos en una gran unidad política, y desarrollando en el interior de cada uno de nuestros países tendencias unionistas, y hasta partidos políticos se propusieron para impulsar este unionismo. En Costa Rica existieron estas corrientes unionistas, especialmente, en la primera mitad del siglo XX.

Después de la Segunda Guerra Mundial el proyecto denominado Organización de Estados Centroamericanos, ODECA, que presidió el costarricense Marco Tulio Zeledón Cambronero, fue creada el 14 de octubre de 1951. A su impulso se desarrolló el Mercado Común Centroamericano, respondiendo más a los intereses norteamericanos en la región. En este ambiente centroamericanista surgió la idea de Alfredo Cruz Bolaños, Director General de Deportes de Costa Rica, de impulsar el recorrido de la Antorcha, en 1964, desde Guatemala hasta Costa Rica, anunciando la Independencia de Guatemala, para que los pueblos centroamericanos decidieran lo correspondiente. La Carta fundacional de la ODECA, de El San Salvador, fue revisada en 1965.

De la ODECA se avanzó hacia el Sistema de la Integración Centroamericana, que fue constituido el 13 de diciembre de 1991, y la Secretaría de Integración Económica Centroamericana. En el marco de la SICA se han integrado como parte del sistema Panamá, República Dominicana y Belice.

En la SIECA opera una estructura que comprende el Parlamento Centroamericano y la Corte Centroamericana de Justicia, organismos que Costa Rica no ha ratificado ni reconoce.

El Presidente Abel Pacheco, en su Gobierno, 2002-2006, hizo ver, ante el Parlamento Centroamericano, las razones por la cuales Costa Rica no se adhería ni reconocía estas instancias. En lo esencial señaló que la integración del Parlamento, por elecciones especiales de los diputados centroamericanos, Costa Rica no la aceptaba y en su lugar proponía que los diputados centroamericanos salieran por representación de los mismos parlamentos o cámaras legislativas existentes. Manifestó que tampoco estábamos de acuerdo con los altos salarios que se les pagaban a esos diputados y que tampoco estábamos de acuerdo en que los expresidentes de los países centroamericanos fueran miembros vitalicios de ese Parlamento. Igualmente rechazó la integración de la Corte de Justicia y la forma del su nombramiento, que implicaba una designación muy política de los Magistrados. Igualmente se pronunció señalando que mientras en Centroamérica existieran los Ejércitos, y los países no los eliminaran, Costa Rica no formaría parte de estas estructuras político jurídicas.

En la actualidad el sentimiento unionista sigue existiendo. El Presidente de El Salvador, Nayib Bukele, es quizá su máximo defensor y promotor.

En El Salvador y Honduras se ha desarrollado el Movimiento Social llamado Movimiento Ciudadano para la Integración Centroamericana. Desde el 2018 Bukele ha respaldado esta idea, con eco en algunas organizaciones de la izquierda centroamericanas, que además tienen su propio proyecto unionista o centroamericanista.

Bukele, probablemente viéndose en el espejo de Justo Rufino Barrios, ha propuesto recientemente la reunificación de Centroamérica. Ha lanzado el reto de la reconstrucción de la unidad centroamericana, que tuvimos antes de nacer a la vida independiente y que después intentamos mantener hasta 1840, según él, no solo por razones históricas y políticas, sino también por motivos geográficos y económicos, recordando el esfuerzo unionista que se produjo en 1921 con la firma en Tegucigalpa de una Constitución Federal por Guatemala, El Salvador y Honduras.

La propuesta de Bukele se ha presentando en el documento con el que convoca a la “Conferencia Sobre el Futuro de Centroamérica”, celebrada en la capital salvadoreña el pasado 22 de agosto. Aquí propone reformar el Protocolo de Tegucigalpa de 1991, por el que surgió el SICA, a efecto de constituir un nuevo organismo supranacional que, inicialmente, estaría compuesto por los cinco países de la Centroamérica histórica más Belice, Panamá y la República Dominicana.

Se trataría, según dicen sus proponentes salvadoreños, “de una organización regional supranacional, con personalidad jurídica propia que tendría “alcances en lo económico, político, monetario, fiscal, social, seguridad democrática y ambiental”. Estaría formada por el Consejo de la Unión, integrado por los jefes de Estado de los países miembros; un Parlamento, un Tribunal y, además del Consejo de Ministros, una Comisión, entre otras instituciones.

La idea de Bukele, y su Vicepresidente, quien ha anunciado esta iniciativa, es que se pueda generar, para el 2024, una propuesta final de reforma al Protocolo de Tegucigalpa para presentarla a los presidentes de los países del SICA, protocolo que se firmó en 1991, y es el que dio vida al SICA. Con la reforma se estaría pasando, “de la integración a la unión”, lo que requeriría de una “ingeniería constitucional” y una “arquitectura legislativa”.

Bukele, y su vicepresidente, han hecho alusión “a la verdadera unidad de Centroamérica, a semejanza de la antigua república federal”, probablemente buscando una mejor forma de integrarse a la Nueva Ruta de la Seda, cuya ruta pasa por el Canal de Panamá, que China viene impulsando desde el año 2013, con la perspectiva de que a partir del 2030 China sea la primera potencia mundial, en el campo de la economía y de las relaciones económicas internacionales, para lo cual China ya ha empezado a negociar acuerdos portuarios y marítimos con Guatemala y Costa Rica. Bukele que en algunos sectores centroamericanos se aprecia, como lo señala el ciudadano hondureño Rodil Rivera, “la posibilidad más clara que jamás se haya presentado a Centroamérica en toda su historia, no solo de alcanzar la unidad por la que dio su vida Morazán, sino de dar el primer paso real hacia el desarrollo, la que puede convertir, la Nueva Ruta de la Seda, a la región rápidamente en la plataforma de servicios para el transporte intercontinental e interoceánico terrestre, portuario, aeroportuario y ferroviario, más grande del mundo. En una palabra, la herramienta idónea para generar los servicios y beneficios que presta y recibe Panamá proyectados a la enésima potencia, lo que inmediatamente desencadenaría un enorme efecto multiplicador en la economía del nuevo Estado centroamericano, tal como lo percibieron nuestros próceres desde los primeros tiempos de la independencia”, llamando “a no quedar fuera de semejante empresa, en la que según Rodil Rivera, “ ya buena parte de América Latina se está preparando para participar. La relación de fuerzas se está inclinando de manera definitiva a favor de los sectores que favorecen el cambio en esa dirección, entre las que se incluye un fuerte contingente de empresarios del área que han entendido que el futuro se halla en el nuevo ordenamiento mundial que se está gestando y en el que China tendrá un rol preponderante.

Llama a que “no pasemos por alto el gran atractivo que paulatinamente la potencia asiática va ejerciendo sobre los países subdesarrollados, no solo por el masivo financiamiento que brinda sin condiciones, sino por su peculiar modelo económico, que combina sabiamente lo mejor de los sistemas socialista y capitalista, para promover el máximo desarrollo de sus fuerzas productivas, con el que, en menos de cuatro décadas. pudo producir una inmensa riqueza y, a la vez, distribuirla en forma tal que, a la vez, ha podido sacar de la pobreza a cerca de 800 millones de sus habitantes, o sea, a más de la mitad de su población. Y no le empecemos a poner peros a la proposición de Bukele sin conocer sus detalles y sus alcances.”

Y concluye diciendo “Por supuesto que sobrevendrán múltiples dificultades, entre ellas, la impenitente resistencia de los grupos conservadores, regionales e internacionales, y, cómo no, las asimetrías económicas que persisten en Centroamérica, pero nada que con voluntad e inteligencia no se pueda resolver. La idea la arrastra irresistiblemente la locomotora de la historia que, hoy por hoy, es China.”

¿Estamos los costarricenses, y Costa Rica, para ingresar a una propuesta unionista como la que está proponiendo el Presidente Nayib Bukele?







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