Miedo
Marcello Pignataro [email protected] | Lunes 24 septiembre, 2007

La estrategia del miedo, que tanto critican ahora los del “No al TLC”, fue iniciada, casualmente, por ellos mismos.
Escuchar comentarios en la calle como que van a vender la Isla del Coco, que van a vender las nacientes, que nos vamos a quedar sin costas, que se va a legalizar el tráfico de órganos, que peligran 90 mil empleos si se aprueba el tratado y otros resulta tan nocivo como lo expresado en el ahora célebre memorando.
Y es que ni uno ni otro. Así como no comparto meter miedo por parte de los del “no”, tampoco comparto el uso de estrategias que en nada favorecen los propósitos de los que apoyamos el TLC.
A los costarricenses se les debe explicar con la verdad, sin engaños de ninguna de las dos partes, qué es lo que nos va a generar el TLC, pero con toda seguridad.
Hasta el momento las expectativas se basan en supuestos de ambas partes: unos suponen que el ICE desaparecerá, otros que será fortalecido. Los opositores dicen que se legaliza el tráfico de órganos, los que apoyan el tratado dicen que no. Los del “no” dicen que peligran 90 mil empleos actuales si se aprueba el tratado; los del “sí” dicen que peligran unos 600 mil si no se aprueba.
Nada de lo anterior tiene, hasta donde he leído o escuchado, bases firmes. Se trata simplemente de supuestos. De la famosa teoría de “Qué pasaría si…”.
Ninguna de las partes puede saber, con certeza, si el ICE va a desaparecer (a corto, mediano o largo plazo); si se pierden o ganan empleos con cualquier resultado del referéndum.
Ni siquiera podemos empezar a comparar los resultados del TLC en países donde ha sido aprobado con lo que nos podría ocurrir a nosotros. Las realidades políticas, sociales, económicas y hasta deportivas son totalmente asimétricas y diferentes con respecto a Costa Rica.
Lo que puede haber ocurrido en El Salvador con la aprobación del TLC no necesariamente es lo mismo que va a ocurrirnos a nosotros si logramos aprobarlo, tanto lo positivo como lo negativo. Igual con Guatemala, Honduras, Nicaragua.
En una columna anterior expresé mi firme apoyo al TLC no porque fuera, como dicen los del “sí”, la panacea, la pomada canaria, la solución a todos nuestros males y el fin de las carreteras con huecos. Considero, como muchos, que el tratado tiene más ventajas que desventajas. Considero que corremos mucho más riesgo como país si no lo aprobamos que si lo hacemos.
Como lo comentaba con un amigo, recientemente, el tratado y sus beneficios puede ser que mi generación los disfrute, aunque levemente. Los verdaderos beneficiados serían mis hijos y sus hijos.
Yo lo que no quiero es un futuro sin futuro para mis hijos. Eso sí me da mucho miedo.
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