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La imagen de Karol G vs. la obsolescencia programada

Marilyn Batista Márquez [email protected] | Jueves 13 abril, 2023


Por correo me llegó una nota con el título “¿Sabes lo que es la obsolescencia programada?” Inmediatamente captó mi atención. Pensé que se trataba de un trauma o problema psicológico que afectaba a las personas del siglo XXI, pero inmediatamente el reportaje -cuya fuente es la empresa Acer, fabricante de computadoras y productos informáticos-, me aclaró que se trata de “la estrategia de diseñar productos para que inevitablemente se queden atrás de la curva de innovación o simplemente sean irreparables”.

En palabras simples, la obsolescencia programada significa que intencionalmente algunas empresas producen artículos -como celulares y computadoras- que en determinado tiempo de uso se convierten en obsoletos o inservibles al no poder repararse, lo cual presiona al usuario a desecharlo y comprar otro.

Es similar a lo que le ocurre a la mayoría de las mujeres jóvenes, esbeltas y hermosas que vemos en el cine y la televisión, que al pasar por los años -o mejor dicho, los años pasar por ellas- son desechadas como objetos y reemplazadas por jóvenes, esbeltas y hermosas.

Algunas de estas mujeres -antes de ser desechadas- atraviesan por numerosas y complejas cirugías reconstructivas y bariátricas intentando retrasar y detener lo indetenible: el tiempo. Otras, con la ayuda de maquillaje, filtros, cámaras, fotógrafos y la aplicación de diferentes tipos de tecnología, obstaculizan -en forma momentánea- los rasgos de envejecimiento y obesidad.

Pero este no es el caso de Karol G, la cantante y compositora colombiana de reguetón y pop latino, quien ha abierto un debate público acerca de su imagen editada en la foto de la portada de la revista estadounidense GQ, que se enfoca en moda, estilo y cultura masculina.

Karol G, de contextura corporal mediana (o sea, “llenita”) a sus 32 años argumenta que se siente muy feliz y cómoda con su imagen natural y que la foto editada en la revista GQ no la representa. Considera que tapar su cuerpo y modificarlo con tecnología para encajar en cánones de belleza, que por años han limitado a las mujeres en su realidad, es una acción tóxica y retrógrada. “Es una falta de respeto a las mujeres que todos los días buscamos sentirnos cómodas”.

La forma de actuar de Karol G demuestra que, si se intenta aplicar el concepto de “obsolescencia programada” a las mujeres, ésta debería ser rechazada, tal y como ella lo hizo, pues no somos adornos, objetos y artículos de actualidad y moda, que deben someterse a la extirpación, modificación y sustitución de rasgos cuando subimos de peso, maduramos y envejecemos.

Tal y como lo afirma Acer -y en completa analogía con la imagen estereotipada de la belleza femenina- la obsolescencia programada se puede evitar por completo, aprendiendo a reparar nuestros propios productos, reutilizando los que tenemos y evitando la necesidad de seguir todas las tendencias que surjan en el mercado. Lo traduzco en mejorar los defectos basados en personalidad y no en belleza, reutilizar nuestras capacidades cognitivas y repeler las presiones sociales que nos dictan cómo lucir y transmitir una imagen de eterna juventud y perfección según los atributos occidentales caucásicos.

Alcemos nuestra voz, como lo hizo Karol G, cuando pretendan convertirnos en muñecas domesticadas… en obsolescencia programada.

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