La decapitación de Mauricio Wright
Gaetano Pandolfo [email protected] | Jueves 11 noviembre, 2021
Los fanáticos y seguidores de un equipo son apasionados, pero no tontos. Comprenden perfectamente ciertas decisiones de los dirigentes, en ocasiones no las comparten, pero según las circunstancias en que se producen, las aprueban con sus silencios.
La prensa deportiva tiene un comportamiento similar. Sabe que determinados acuerdos de los dirigentes se tomaron por la presión del momento, no se comparten, pero tampoco se hace pública la oposición, a la espera de que esas decisiones caigan por su propio peso.
Hay excepciones, pero los periodistas deportivos conocíamos que Agustín Lleída no estaba de acuerdo en la firma de Luis Antonio Marín y tampoco su compatriota Angel Catalina en la renovación de Mauricio Wright. Ambos gerentes deportivos actuaron al calor del momento.
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En la Liga, taparon el vacío que dejó la separación de Andrés Carevic, técnico mimado de Lleída, con el fichaje de un ícono del club; Luis Antonio Marín, quien venía de no ser renovado como técnico del Herediano. La relación fue dramática y corta. Solo dos meses después, Lleída le cortó la cabeza al estratega.
En el Saprissa, nadie se animó a prescindir de los servicios de Mauricio Wright, después de que el timonel, citado como técnico emergente, los llevó a una impensada corona, título que el propio Wright, en forma honesta, declaró que no se merecía.
Los atestados y credenciales de Mauricio son de sobra conocidos y su título con Brujas lo valora. No se trata de calificar si Wright es excelente, bueno, regular o mal técnico. En su larga trayectoria como entrenador suma éxitos y fracasos, comunes en cualquiera de sus colegas.
Pero, cuando Saprissa lo ficha, Mauricio estaba, digamos que varado, era un técnico como tantos sin trabajo. El Monstruo lo contrató y lo condujo a la cima, al éxtasis, a la corona, mérito indiscutible del entrenador.
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Wright no venía regresando al país, después de hacer estudios, pasantías o actualizaciones en algún club de Europa o Suramérica. Mauricio seguía en sus entornos domésticos, poco significativos, recibió la llamada de Marco Herrera, fue al Saprissa y lo hizo campeón.
Angel Catalina no se atrevió a destituirlo con el título en la vitrina, pero solo esperó el momento preciso para poder decapitar al técnico, sin que se produjera un alboroto en el entorno morado. Jicaral y Comunicaciones le dieron al dirigente el hacha y éste simplemente procedió a ejecutarlo.
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