La afición es la principal víctima del desastre
Gaetano Pandolfo [email protected] | Jueves 25 marzo, 2021
El fútbol de Costa Rica se cae a pedazos y la persona que jerárquicamente ocupa el cargo más alto de su dirección, parece no darse cuenta.
Similar a los destrozos que causan las cabezas de agüa, la cabeza que dirige el fútbol costarricense lo destroza diariamente por falta de capacidad.
Rodolfo Villalobos es un dirigente fantasma; nunca lo hemos visto interesado por ejemplo en visitar el estadio nuevo de Limón, capturado por drogadictos e indigentes para recuperarlo o preocuparse por el abandono del estadio mundialista de Liberia. No son temas de su agenda.
Dicen sus allegados que gasta más tiempo comprando ropa de marca recomendada por el príncipe Gustavo Matosas, jugando al golf o amarrando acuerdos con los asambleístas para perpetuarse en su trono. Será presidente hasta el 2023, de manera que a los ticos nos sobrará tiempo para mirarlo retratarse una y otra vez en los grandes escenarios del fútbol mundial, con Gianni Infantino y sus secuaces de FIFA.
Esto a don Rodolfo lo transtorna.
Después de que nos metieron el 3-0, los seleccionados mexicanos nos dieron una bailada en Guadalajara, que sonroja y avergüenza.
¿Quiénes sufren con estas humillaciones?
Los aficionados costarricenses; ellos son las víctimas de estas presentaciones ridículas y bochornosas de nuestra Tricolor.
¿Ustedes creén que a Rodolfo Villalobos o a su vicepresidente, Sergio Hidalgo, le preocupan estas presentaciones de nuestros mejores futbolistas que nos llenan de vergüenza?
Lea más: Fracaso en Guadalajara tiene nombre
Ellos están en otra cosa, viven y disfrutan de otro mundo, de viajes, hoteles y lujos y es por esto, para no perder las ventajas de sus puestos, que se aferran al silencio, rehúyen la polémica, bajan su perfil, porque acomodados que son y que están, saben que “calladito más bonito”. No les conviene la bronca.
Hoy están en Bosnia, mañana en Austria, ayer en Guadalajara y Qatar está a la vuelta de la esquina. De avión en avión, de hotel en hotel, de limosina en limosina y cenando en Roma, París y Madrid, todo gratis, no queda tiempo ni espacio para trabajar en el desarrollo del fútbol costarricense.
Una prensa deportiva cómplice y complaciente, inundada de números y sin análisis, atrapada económicamente en radio y televisión por los réditos que produce la Selección Nacional, permite que estos ineptos naveguen en celestes manantiales, en lugar de que los fustiguemos con rayería y tormenta.
Si no los expulsamos, el abismo espera.
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