Juan Carlos Bolaños, el “pulpito” que tiene al país de cabeza

A sus 38 años difícilmente alguien haya sacudido el mundo de la política costarricense como lo ha hecho el empresario cementero Juan Carlos Bolaños.

No hay ninguna prueba de una actuación ilícita, pero sus supuestas conexiones en la Asamblea Legislativa, la Presidencia de la República y el Poder Judicial, son motivo de preocupación —política y judicial— a cinco meses de las elecciones nacionales. 

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Pero, ¿quién es Juan Carlos Bolaños? ¿Se puede considerar como un empresario conocido? ¿Cómo se labró su patrimonio económico en unos cuantos años? ¿Por qué se le conoce como el “pulpito”? , son algunas de las preguntas que todos se hacen en las últimas semanas.

Juan Carlos Bolaños nació en San José en junio de 1979, producto de un matrimonio de clase media, que crio al joven en Grecia, Alajuela, donde aún tiene su domicilio electoral a pesar de residir en Guachipelín de Escazú.

Aunque tiene estudios en derecho, no ostenta ninguna carrera profesional a la fecha y solo se presenta como empresario.

Desde 2007, se encuentra casado con Ana Laura Suárez y hace unos cinco meses nació su tercer hijo de nombre Juan José. 

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En cuanto a los negocios, traer el cemento de una fábrica lejana es poco común en la industria a nivel mundial, tampoco hay pruebas de que el producto local haya sido excesivamente caro.

Sin embargo, Bolaños aparentemente aprovechó la coincidencia del Gobierno para luchar contra monopolios desleales, y el entusiasmo para el comercio con China, para inventar el concepto de la importación del cemento, que ha provocado una tormenta política.

Antes de eso, Bolaños tenía contrataciones con la Comisión Nacional de Emergencias, incluso en lo que va de esta administración sus ingresos ascienden a más de ¢4 mil millones, de acuerdo con el Gobierno.

Bolaños empezó a gestar su riqueza más o menos desde 2002, alquilando maquinaria para hacer canales en piñeras, en Limón y San Carlos, lo cual le permitió comprar dragas y otros equipos, y así impulsar su negocio.

En momentos en que su nivel de toxicidad política está en el máximo nivel, pocas personas aceptan conocerlo o haber tenido negocios con él —ni siquiera en el anonimato—, al momento de ser consultados por LA REPÚBLICA.

Sin embargo, siempre hay uno que otro incauto que no se cuidó de borrar en el Facebook las felicitaciones de su cumpleaños número 38 en junio anterior, o bien lo mantienen como amigo en esa red social.

La lista es larga e inclusiva —y no necesariamente por respetar los derechos de las personas con discapacidad, ya que tiene amigos en todos los partidos—, como Roberto Gallardo, asesor de Antonio Álvarez; Melvin Jiménez, exministro de la Presidencia; Johnny Leiva, jefe de campaña de Rodolfo Piza; Otto Guevara, candidato presidencial, y Paola Mora, expresidenta del BCR y exintegrante del Partido Alianza Patriótica, del cual proviene además Mariano Figueres, a cargo de la Dirección de Inteligencia y Seguridad Nacional.

El mote de “pulpito” se lo habría puesto él mismo de forma accidental, ya que en el audio que originó el escándalo político y que reproduce una supuesta conversación con Guillermo Quesada, exsubgerente del BCR, Bolaños se autodenomina “como un pulpito”, para dar a entender que tiene tentáculos o conexiones en el sistema político.

En esa conversación, grabada por Quesada en el baño del hangar 5 del Aeropuerto Tobías Bolaños, el empresario le habría pedido consejo para inculpar al BCR por violentar el secreto bancario, y así supuestamente dejar de pagar el préstamo de $20 millones que se le pidió, de acuerdo con lo dicho mencionado por Quesada bajo juramento en la comisión investigadora del Congreso.

Por otra parte, Bolaños tiene un helipuerto en su casa en Tempate de Santa Cruz, donde los lugareños lo conocen como “El señor de la montaña”, según Diario Extra.

En lo que al escándalo del llamado cementazo se refiere, el efecto de ondulación no deja de crecer.

La rebeldía el martes pasado de la junta directiva del Banco de Costa Rica es el último acontecimiento, como reacción a la solicitud del día anterior del mandatario Luis Guillermo Solís de que los directivos renunciaran.

Mientras que el magistrado Celso Gamboa estaría a punto de perder el cargo, tras las investigaciones de la Corte, y Jorge Chavarría, fiscal general.

El escándalo cementero habría influido en el desplome en las encuestas de Carlos Alvarado, candidato del PAC, así como en el ascenso de Juan Diego Castro, del PIN.