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Estonia: del sufrimiento al modelo

Ennio Rodríguez [email protected] | Martes 30 mayo, 2017


Estonia: del sufrimiento al modelo

Estonia, vecina de Rusia, fue anexada a la Unión Soviética y ahogada por el totalitarismo que coartaba la libertad individual, tenía una educación contraria al espíritu emprendedor, perdió el 7,3% de su población en la Segunda Guerra Mundial y el 10% en los campos de concentración soviéticos. En 1992, al momento de la independencia, era un país atrasado, sin infraestructura, solo el 50% de la población tenía líneas de teléfono analógico, sin telefonía móvil.

Hoy son un ejemplo de progreso mundial. En 20 años sextuplicaron su ingreso per cápita ($18 mil), mientras su vecina Ucrania se mantiene en $3 mil y tiene problemas de soberanía con el vecino de ambos. Estonia es miembro de la OTAN.

La pregunta es cómo pasaron de la cultura soviética del padrinazgo del partido y del control estatal a ser una capital del emprendimiento. Mientras otros países de la otrora Unión Soviética siguen plagados por estados gigantescos, ineficientes y corruptos, y sistemas educativos obsoletos, Estonia tiene el mayor número de emprendimientos (“start-ups”) per cápita del mundo. Es un país dedicado a la innovación.

Fundamentalmente, le apostaron a la tecnología. Cuando su vecino rico Finlandia se pasó del sistema telefónico analógico al digital, le ofreció a Estonia su sistema analógico regalado. Estonia lo rechazó y adoptó el sistema digital.

Digitalizaron el gobierno. Desarrollaron el sistema X-road que les permite hacer todos los trámites a persona físicas y jurídicas en línea. Toma cinco minutos establecer una empresa, lo cual constituye un récord mundial. Hoy Finlandia está considerando adoptar el mismo sistema para su gobierno digital, lo cual les permitirá interconectarlos. El 15% del PIB de Estonia se genera por empresas de alta tecnología.

Skype fue un emprendimiento de Estonia, que cuando se vendió a eBay por $2,6 mil millones, generó un importante grupo de inversionistas que le siguieron apostando a las innovaciones tecnológicas.

Tiene una cédula de identidad inteligente, la cual es una firma digital. Por lo tanto, votan electrónicamente. Pueden pagar un parquímetro desde su teléfono móvil y el expediente médico está en la nube utilizando el sistema superseguro de “block chain”, el mismo que utiliza Bitcoin.

La educación no solo promueve la cultura emprendedora, sino que a los niños se les enseña a programar (“coding”) desde los siete años, al inicio, mediante juegos de construcción de bloques, que es la misma lógica de la programación. Luego maduran y siguen jugando, pero, ¡a desarrollar nuevas “apps”!

Tienen una infraestructura de banda ancha por fibra óptica que llega a todos sus 1,3 millones de habitantes a velocidades envidiables y wifi gratis es común en muchas partes de sus ciudades. El transporte público de pasajeros es gratis en la capital.

La enseñanza de Estonia es clara, abrazar el cambio tecnológico es el único camino al desarrollo, lo cual, en el presente, permite brincarse etapas; por el contrario, seguirse negando a tomar ese sendero, es la ruta certera a continuar en el subdesarrollo.

Nuestra Costa Rica, primera en el mundo en inventar la cédula de identidad, se quedó atrás. Las maravillas de la Fundación Omar Dengo en los años 80 perdieron brío. El gobierno digital y el expediente médico siguen escapándose en los recovecos de las burocracias enquistadas. Seguimos sin acceso a Internet por fibra óptica. Nuestra educación sigue obsoleta y, en muchos lugares, enseñando a nuestros estudiantes que el problema de nuestro subdesarrollo es el neoliberalismo; mientras seguimos sin desarrollar un ecosistema favorable a los emprendimientos.

Ahora que el cambio tecnológico es disruptivo y avanza en forma exponencial, o decidimos tomar en serio convertirnos en una sociedad de emprendedores, tecnológicamente moderna, o nos veremos condenados al subdesarrollo y a ver de lejos a los países que sí lo adoptan. El tiempo se nos escapa.

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