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Lunes, 16 de diciembre de 2024



EDITORIAL


Diversidad sexual, de nuevo en la mira

| Miércoles 03 junio, 2015




Lo importante es si sabremos demostrar que en efecto somos un país como el que decimos ser y resolvemos nuestros asuntos en consonancia con esos discursos

Diversidad sexual, de nuevo en la mira


¿Ahora qué sigue? Eso podría uno preguntarse ante la noticia que circuló ayer en los medios de comunicación.
Un pronunciamiento del Juzgado de Familia ha reconocido la unión de hecho de una pareja homosexual, integrada en este caso por dos hombres.
Así lo informa el abogado de la pareja, Luis Álvarez.
Este reconocimiento, que toma en cuenta la Ley General de la Persona Joven, pero también convenios internacionales en materia de derechos humanos, pone a Costa Rica un poco más cerca de cumplir el compromiso de respeto absoluto a esos derechos.
Es de esperar que se reavive el debate sobre este tema y lo lógico y deseable es que se pronuncien también, como es su deber, nuestros legisladores.
Habrá quienes argumenten que el espíritu de la Ley de la Persona joven no es el de pronunciarse sobre el tema de los derechos de las personas con diversas preferencias sexuales.
Es posible que muchas otras argumentaciones vuelvan a la mesa de discusión y esto sería algo positivo siempre que se haga desde el respeto, la madurez y la tolerancia.
El tema se ha tratado en muchos casos de modo tal que pareciera que lo más importante es llegar a lo que una ley pueda definir, y no a lo que a cada persona y su conciencia le indique.
Este aspecto del tema no ha estado suficientemente en las mesas de discusión. Aun si una ley permite algo, la actitud de quienes por convicción no están de acuerdo con ello siempre puede ser la de abstenerse. La de educar.
Por otro lado, la experiencia ha indicado sobradamente a lo largo de la historia de la humanidad que lo prohibido no solo puede realizarse sino que a veces se torna en más atractivo solo por estar fuera de la ley.
Otros, desde luego, razonarán en forma totalmente opuesta. Lo importante es si sabremos demostrar que en efecto somos un país como el que decimos ser y resolvemos nuestros asuntos en consonancia con esos discursos.
Las parejas integradas por personas con diferentes preferencias sexuales y los diversos núcleos familiares que se forman en torno a esto, lo hacen y lo seguirán haciendo más allá de lo que diga una ley o deje de decir.
El tema por ello debería ser resuelto no para intervenir en las creencias o no creencias de la gente —algo tan interno que nadie puede regular— sino para garantizar a todas las personas los mismos derechos en cuanto a asuntos materiales.
Aquellos aspectos que en cambio tengan que ver con el espíritu podrán ser resueltos únicamente por cada ser humano. La sociedad solo debe darle un marco legal justo para que, dentro de este, elija su forma de vida.
 







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