Monstruo Morado se comió al Monstruo Verde
Gaetano Pandolfo [email protected] | Jueves 03 diciembre, 2020
No resultó tan fiero el león como lo pintaban. Incluso, a la hora de meter “pata” y darse a respetar, fueron mucho más agresivos los futbolistas del Saprissa.
¡Cómo le hizo falta al Marathón su público!
Ante un coliseo vacío, los jugadores del “Monstruo” impusieron sus condiciones, tanto las futbolísticas, como las físicas y esto último fue un detalle determinante para la victoria.
Desde el primer minuto, el argentino Ryduan Palermo, hijo de Martín, mítico goleador platense, sintió el fierro de Alexánder Robinson, quien a base de pierna, lo amansó como a un gatito.
Igual trabajo hizo Aubrey David con el otro delantero argentino, apodado “El Tanque”, Bruno Volpi, hincado por su propia lentitud y la candela del defensor morado.
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Quién sabe si con miles de fanáticos apoyándolos desde las gradas del Tiburcio Carías, los jugadores del Marathón hubiesen respondido con una actitud tan pasiva y sin sangre, frente al campeón costarricense que presentó en la cancha una personalidad de equipo superior.
Incluso futbolistas finos como Ricardo Blanco, Luis José Hernández y Jimmy Marín, también metieron pierna, pegaron y respondieron, lo que dio a los discípulos de Walter Centeno ventajas anímicas y físicas que los condujo a una victoria 2-0 relativamente cómoda.
Un gol temprano gestado en un tiro de esquina de Mariano Torres, rematado a la red de cabeza por Johan Venegas en el minuto 13, ayudó muchísimo a que el monarca tico se acomodara bien y se sintiera a gusto en el césped hondureño.
Amarrado el binomio de ataque de los anfitriones, el gasto cayó en los habilidosos mediocampistas Edwin Solano, Allan Banegas y el relevo Christian Cálix, picarescos y desafiantes, quienes intentaron quebrar la retaguardia morada sin éxito, provocando escasas situaciones de apremio en la puerta de un seguro Aaron Cruz.
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Saprissa mostró a sus líderes: Guzmán, Barrantes, Torres, pero Marathón escondió a los suyos, porque incluso los defensores Mathías Techera, uruguayo y Paúl Suazo, estuvieron distantes de asumir roles de liderazgo para reponerse del traspié inicial.
Y, para males del equipo del renombrado técnico Héctor Vargas, cuando jugaban sus mejores minutos en procura del empate, un letal contraataque del Monstruo morado, juntó a Torres, Angulo y Venegas y cayó el 2-0, lápida demasiado pesada que desinfló como neumático “chocho” al llamado Monstruo Verde.
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