Las Grandes Ligas robotizaron el espectáculo
Gaetano Pandolfo [email protected] | Viernes 09 octubre, 2020
¡Tan lindo que era el béisbol!
Hoy, las computadoras lo mataron.
El juego se robotizó.
Ha quedado resumido a lanzamientos y jonrones. Los partidos son similares al famoso “Derby de cuadrangulares”, que organizan las Grandes Ligas como prólogo del Juego de Estrellas.
Mínimo: cinco jonrones por juego.
¡Espantoso!.
Se pasan juegos completos, un día sí y al otro también, donde segunda y tercera base y el campo corto, no tocan bola.
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No hay “singles”, dobles, triples; los bateadores tan profesionales, no saben tocar la pelota. No saben batear al lado contrario. El robo de base está en vías de extinción.
El béisbol quedó limitado a “ponches” y cuadrangulares. Un atentado al espectáculo.
Ya no interesa llevar a un compañero que se embasó hasta la tercera almohadilla. Desapareció el béisbol pequeño, en corto, el béisbol hormiga.
¡Hoy impera el poder!
Cualquier beisbolista que supiera tocar la pelota o que fuera jugador de contacto, ganaría la liga de bateo con facilidad.
Le dejan todo el diamante libre y no sabe qué hacer: tiene que jonronear.
No los dejan o no saben embasarse.
El pasado martes en el segundo juego de la serie entre Rays de Tampa y Yankees de Nueva York, fuimos testigos de una estrategia del “manager” de los Rays, que simplemente confirmó lo desagradable que es el béisbol profesional de hoy.
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Bateaba Aaron Hicks, de los Mulos y Tampa atrasó a su segunda base Brandon Lowe a jugar como jardinero. Cuatro jardineros y tres hombres en el “infield”. Le quedó al “yanquista” el 75% del diamante a su disposición, pero ganó la computadora. Hicks bateó lo que se suponía: un “fly” al jardín central.
El piloto de Tampa, Kevin Cash, le repitió la receta al líder de jonrones de la presente temporada, el inicialista de los “Bombarderos”, Luke Voit. Cuatro jardineros y desde luego, don Luke bateó un elevado al jardín.
Y se presentan otras ocurrencias en el béisbol “moderno”, como esa de que un “pitcher” abridor lance solo un “inning”, o que un lanzador dominante, con el juego controlado, tiene que salir en el quinto “inning” para dar paso a los relevistas. Y si un “pitcher” relevista se está luciendo, el “manager” lo saca para que el cerrador, a “huevo” lance el noveno “inning”.
Los partidos que se dejan ir y se pierden por estas ocurrencias que dicta la computadora y que ordenan militarmente los “managers”, son de cantidades alarmantes.
Achará, tan lindo el béisbol de antes.
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