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Gimnasios “a la carta” atraen a ejecutivos

Jeffry Garza [email protected] | Jueves 31 marzo, 2016


“Un entrenamiento personal puede costar hasta cuatro veces más, pero tenés objetivos específicos y resultados positivos a corto plazo”, comentó Randal Borbón, propietario de B-Fitness. Esteban Monge/La República


Los gimnasios de entrenamiento personal se han vuelto una opción atractiva para ejecutivos, gracias a su flexibilidad de horarios, posibilidad de programar citas y rutinas de ejercicio “a la carta”.
En estos centros, de menores dimensiones que un gimnasio tradicional, se atiende personalmente al cliente y se le guía a través de su rutina de ejercicio.
Tienen como ventaja la posibilidad de programar citas casi en cualquier horario, los siete días de la semana.
Normalmente complementan su oferta con fisioterapeutas, nutricionistas, promotores de la salud e incluso odontólogos.
“La clave para ver buenos resultados del ejercicio es la palabra “integral”. Cada miembro del equipo da un aporte al cliente para que logre sus objetivos”, dijo Álvaro Rojas, copropietario de Personal Fit.
El cliente que normalmente visita estos gimnasios tiene entre 30 y 50 años, de puestos gerenciales y alto poder adquisitivo.
“Nos adaptamos al estilo de vida de nuestros clientes, que normalmente pasan de reunión en reunión y solo tienen dos horas para ejercitarse entre semana”, comentó Rojas.
Además de Personal Fit, en Escazú y Heredia, hay otras opciones como B-Fitness y True Fitness, ambos ubicados en Curridabat.
En Personal Fit los usuarios son valorados por distintos profesionales, que van desde nutricionistas hasta fisioterapeutas, que con base en esos resultados generan una rutina que sigue un modelo italiano basado en el bienestar.
En tanto, True Fitness tiene en su “menú” salas privadas, entrenamiento personal y prescripción de ejercicio para personas con problemas cardiovasculares o articulares. En este centro solo se trabaja con dos clientes a la vez.
“Atendemos a nuestros clientes como si fueran a una cita médica”, detalló Ana Soto, copropietaria de True Fitness.
Por otra parte, B-Fitness posee un modelo más abierto, pues permite clases de un máximo de diez personas, además de las rutinas privadas.
Las rutinas de ejercicio se cambian tres veces por semana, a diferencia de los gimnasios convencionales, que en promedio lo hacen cada dos meses.
“Ofrecemos entrenamiento funcional por encima de algo estético, nos interesa que el cliente mejore su salud”, dijo Randal Borbón, propietario de B-Fitness.
Los centros de entrenamiento personalizado tienden a ofrecer mejores resultados que los de un gimnasio tradicional, a un costo más alto, de acuerdo con los instructores consultados.
Esto se justifica en que las citas y la atención personalizada promueven la asistencia y motivan al cliente, ya que el entrenador está pendiente del peso, las repeticiones y el ritmo de ejercicio.







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