El país que se nos está yendo de las manos
Emilio Bruce [email protected] | Viernes 19 junio, 2020

Sinceramente
Si observamos las cifras del gasto estatal y lo comparamos con el ingreso recibido podemos observar cómo el déficit fiscal aumenta significativamente. ¿Adónde iremos a llegar? Si observamos los empréstitos y los préstamos solicitados a instituciones financieras y al FMI en trámite en estos momentos nos damos cuenta de lo dramático de estar suscribiendo préstamos para suplir la caída de los ingresos en esta crisis.
Los medios destacan la caída de 191 mil millones en los ingresos de los trabajadores entre marzo y abril de los corrientes, con su consecuente caída de los aportes patronales y obreros a la CCSS.
Los ahorros fiscales no aparecen en lugar alguno, pero los arreglos para recibir fondos importantes de instituciones y del FMI están a la orden del día. ¿Cómo los vamos a pagar? ¡Con qué iremos a hacerle frente a esos intereses y amortizaciones? “Montón que quita y no pon, montón que se descompón”. Esta sentencia popular de otra época pone de relieve cómo el estado ha vivido en estos meses de préstamos, deudas y refinanciamientos de los empréstitos recibidos. Pronto el país verá reflejada esta crisis de gasto sin ingresos suficientes en probables movimientos significativos del tipo de cambio.
Ya se habla de la emisión monetaria para financiar empresas. Pareciera que es ilegal. Pareciera que eso es de un riesgo enorme. Tiemblo de pensar en la crisis de los años 80s cuando se emitió. Colgando de la pared de mi despacho cuelgan en un cuadro los billetes de marcos alemanes del tiempo del Kaiser que gracias a la emisión y los desórdenes económicos de los 20s se devaluaron hasta el infinito. Allí como recuerdo mudo los tengo para que mis hijos y nietos no olviden las consecuencias de imprimir más billetes y llegar a acuerdo de pago aún sin emitir más papel moneda. |
El aumento del gasto fiscal es patente y los arreglos para adicionar deuda pública al pasivo del erario o buscar su refinanciamiento son importantes y son crecientes. Caen los ingresos fiscales, el gasto se mantiene y aumentan los préstamos para financiar dichos gastos no respaldados en los ingresos fiscales aumentando el déficit. El país en estupor se cuestiona si podemos ante la caída del ingreso fiscal, ante el cierre de miles de empresas pequeñas y medianas y la transformación de utilidades en pérdidas, continuar con el gasto estatal, como si esta fuera la normalidad. Miles de personas se cuestionan si este modelo fiscal no nos irá a llevar a un ajuste del tipo de cambio pronto y si ese ajuste del tipo de cambio no irá a generar una ola de cierres adicionales de centros de trabajo.
El país encandilado en las conferencias de prensa del COVID 19 al medio día no cuestiona mucho y cuando los costarricenses enfrenten las obligaciones y los ajustes del tipo de cambio ya será un poco tarde. En ese escenario tendremos devaluación, alza brutal de intereses, numerosos adicionales cierres de fuentes de trabajo y una situación en extremo delicada. El país tiembla en sus cimientos y bien haría el señor Ministro de Hacienda en explicar los números de su cartera y el déficit fiscal de nuestro país en la actualidad y su proyección. Los costarricenses tenemos el derecho de conocer las cifras para tomar nuestras propias decisiones defensivas.
El problema se entrevé y las soluciones por difíciles no se adivinan. Los problemas están por golpear la faz de todos los productores y consumidores, de los pensionados y de los trabajadores. ¿Cuándo, cómo, por dónde vendrán los ajustes automáticos del sistema económico? La pensión alemana de mi bisabuela en 1923 simplemente no se volvió a pagar cuando el dinero se acabó y los recursos no alcanzaron en medio de la devaluación pavorosa que se sufrió entonces.
Desempleo, caída en los ingresos fiscales, alza en las obligaciones por préstamos de hacienda, desamparo, desesperación, hambre y violencia no pueden descartarse. Pareciera que los cuatro jinetes del apocalipsis están por cabalgar de nuevo.
Bien harían el Ministerio de Hacienda y el Banco Central en ofrecer su visión de los acontecimientos para que los agentes económicos tomen sus mejores decisiones. Bien haría el Poder Ejecutivo en descubrir todos sus números y proyecciones, en describir su plan de manera íntegra. Bien harían los costarricenses en prepararse para afrontar una crisis real de una magnitud hasta hoy desconocida por el país.
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